La noche de los tiempos by Ralph Barby

La noche de los tiempos by Ralph Barby

autor:Ralph Barby
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 1976-06-30T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

La nave quedó camuflada en la pequeña isla de lujuriante vegetación.

Trinidad se quedó dentro de la Omega-42 mientras Aquiles Cromwell y Rea embarcaban en el super-atom-hover-craft.

Ante la perspectiva de que las tritonianas eran guerreras y tenían un armamento bastante adelantado, Trinidad Clark se dejó convencer para permanecer en la nave hasta que se produjera un recibimiento pacífico o Aquiles Cromwell, mediante un telecomunicador, le pidiera que interviniera con el armamento de largo alcance con que estaba dotada la nave, un armamento capaz de arrasar ciudades enteras si así se requería.

Aquiles Cromwell había colocado armas ligeras en su super-atom-hover-craft. No se fiaba demasiado de la acogida que les depararan las mujeres de Tritón.

Mientras viajaban sobre la superficie marina del satélite, a unos cuatro pies por encima del agua en calma, Rea le preguntó:

—¿Qué es lo que piensas hacer?

—Quisiera hablar en son de paz, aunque me temo que va a ser difícil.

—Olandoria no te escuchará.

—Es posible. Para que se me haga caso, tendría que ofrecer un golpe de fuerza, algo que les demostrase que no soy ningún imbécil.

—¿Y qué es lo que has planeado?

—Bajar a la tumba de la diosa Imenea.

—¿Bajar a la tumba de la diosa? —se asustó—. ¡Jamás saldrás con vida!

—He tomado mis precauciones, llevo el material suficiente para bajar a esa laberíntica tumba.

—¿Y qué esperas encontrar en ella?

—Vuestro pasado.

—¿Y qué piensas obtener del pasado de las imenitas?

—No lo sé todavía, depende de lo que encuentre ahí abajo. Un secreto que ni siquiera vosotras conocéis, ha de ser importante sin lugar a dudas. No se puede decir que se es libre hasta que se conoce toda la verdad de la historia de un pueblo y cuando se oculta algo, es por algún motivo.

—¿No crees que puede justificar una ocultación un motivo importante, aunque no pueda ponerte ahora ningún ejemplo?

—Si es en el mismo momento, es posible, aunque para eso existe un parlamento, una votación democrática, un consejo de las mil madres. Lo que sí resulta injustificable es que la historia se sepulte bajo tierra y pasen las generaciones y siga oculta, porque lo que fue conveniente en un momento dado, luego se torne tradición.

—¿Quieres decir que lo que estuvo bien en un tiempo puede no estarlo ya ahora?

—Sin duda alguna.

—Eso deberían de saberlo la gran sacerdotisa del templo de Imenea y la reina Olandoria, las dos únicas mujeres de nuestro pueblo que pueden bajar a la tumba.

—Es posible que no tengan ningún interés en escudriñar en la historia. Una vez colocadas en sus puestos de privilegio pensarán que para qué cambiar, para qué saber más de lo que les interesa. En fin, tengo que bajar ahí y tú me ayudarás a hallar la forma de acercarme al templo. Luego, ya me cuidaré yo de descender.

—Yo te acompañaré.

—No, sería muy peligroso.

—Te debo la vida, no puedes rechazar mi compañía. Además, si abajo hay libros sobre nuestra historia, ¿cómo ibas a entenderlos tú, un terrícola que no conoce nuestra lengua?

—Eso es cierto. Entonces, iremos juntos, aunque no sé si podremos salir.



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